domingo, 3 de febrero de 2008

POEMAS DE JOHN DONNE

Desde que me topé con la obra de Alberto Girri, no dejo de sorprenderme. Sus poemarios son excepcionales, es un gran traductor y gracias a él he leído a otros autores que me han gustado mucho. Alberto Girri es garantía de calidad. Y estos poemas de John Donne están traducidos por él y William Shand.

A Donne lo influyeron las corrientes del Renacimiento y de la literatura medieval, la belleza y la muerte. Además de su fuerte relación con el protestantismo y el ardoroso amor que consumió su pecho. En algunos puntos se asemeja a nuestro Ernesto Cardenal, religioso por despecho. Y la poesía del nicaragüense se asemeja a la del inglés.

Entonces tenemos por un lado la muerte y la belleza, por otro lado la religión y el amor pasional. Sin olvidar el humor. Eso es la poesía de Donne. Y suena tan fresco como los Cuentos de Canterbury de Chaucer o las fábulas del Decamerón de Boccaccio.

Y sólo el hecho de saber que fue un olvidado crónico me aleja de proponerlo como fuente de Walt Whitman. Girri nos cuenta que fue rescatado en el siglo XX por T. S. Eliot, y que recién en ese momento se le dio el lugar que merecía como un revolucionario del ejercicio poético.