domingo, 23 de septiembre de 2007

LO QUE CANTÉ Y DIJE DE PICASSO, de Rafael Alberti

Este libro inolvidable es una especie de biografía poética, pero no tanto porque quien la escribe sea un poeta (y de los buenos) sino porque el autor considera a Picasso "un gran poeta que se entretiene en pintarnos como quisiera que fuésemos todas las mañanas" (LCDP, p. 206). Alberti lo presenta como un visionario, como el hombre que ha podido entender el siglo XX, un "rayo que no cesa", parafraseando a Hernández. Picasso es el trabajador incansable, el que a los noventa años realiza casi una obra diaria y las expone en el Palacio de los Papas, que lo vigilan como censores.

"Acción y furia. Acción, furiosa acometida. ¡Qué verdad tuya, tan española, tan taurina, Pablo!Todo este siglo se mueve por ti. Lo moviste a toda hora, haciéndole crujir los huesos. Lo doblegaste, castigándolo, obligándole a bajar la cabeza como a un toro en el momento supremo de la corrida. Y tal vez lo mataste. O quizá lo dejaste ciego para que a tumbos pueda buscar mejor otras nuevas salidas." (LCDP, p. 241)

Entonces, el acercamiento pseudo-biográfico de Alberti sobre Picasso está teñido de la subjetividad producto de la admiración mutua entre ellos. Pero las palabras con que Rafael Alberti se refiere a su amigo son de una sensibilidad extrema y utiliza los símbolos intensos de una mitología tan española como universal.
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Alberti, Rafael: Lo que canté y dije de Picasso. Barcelona: Bruguera, 1981. 250 pp.