
Todos sabemos qué se puede esperar de un poeta en el exilio: voz ronca, melancolía, utopía... Y esos elementos Brecht los trabaja a la perfección.
"Los gobiernos
firman pactos de no agresión.
Hombre pequeño:
escribe tu testamento."
O, bien:
"Las parejas
van a la cama. Las mujeres jóvenes
parirán huérfanos."
Ese el punto cúlmine de su poesía, la condensación reverberante, pues los versos quedan como grabados en la memoria de quien los lee. Le hemos gritado a los profesores que tanta teoría no nos sirve si detrás de un verso no hay un poeta mostrando el sangrar de su corazón. Y cuando en ese corazón vive un pueblo oprimido, se escriben poemas como estos.
Nos guste o no, nuestro tiempo es de corazones sangrantes, razón por la que Brecht puede arrancarnos más de una lágrima, y cerrar más de una vez el puño.