viernes, 25 de enero de 2008

SIN CITY, de Robert Rodríguez

Lindísima película, si la vemos desde el punto de vista estético. Pero yo me he ensañado con ella por la violencia que muestra, por el sadismo, por buscar la impresión fácil y porque es una película que atenta contra contra el mundo que yo quiero. ¿Cuál es el problema? Que a la violencia se le opone más violencia, pareciera que no hay solución sin ella, y los medios influyen en el comportamiento de la gente. Recordemos lo sucedido con la publicación del cuento de Poe sobre Valdemar, o la transmisión radial de La guerra de los mundos. Una persona que carezca del criterio necesario puede creer que esa es la forma adecuada de actuar y ciertamente así sucede en los países desarrollados, países en los que un loco-producto-de-las-políticas-violentas sale a la calle con un arma a "cazar gente" (ver el caso de James Oliver Huberty, en plena época Reagan).

El monopolio de la industria del cine holliwoodense tiene su mayor impacto a nivel cultural, pues esa idiosincracia de garrote y puñal se propaga hacia el Sur como las pelusas de un panadero.

Entiendo que la película represente el caos actual, pero no ayuda porque no hay juicio de valor respecto de cómo actúan los personajes. Y capítulo aparte es para el sadismo, porque hay otras películas violentas como Ciudad de Dios, pero ella muestra un camino no violento para la consecución de un fin y no hay sadismo como el de Marvin que corta un cuerpo vivo y lo da a comer a un lobo hambriento, o Bruce Willis disparando en las bolas a un violador pedófilo en vez de matarlo directamente como hubiera sido más fácil y ético. Un intento de prolongar el dolor ajeno.

Por favor, amigos, no vean esta publicidad norteamericana.